Parecía que sus labios tenían una combinación de
metanfetamina y LSD, algo a lo que me había
vuelto un adicto, tanto que me desquiciaba solo el
pensar en separar mi boca de ellos.
Quiero nombrarte sin remordimiento.
Pensarte sin arrepentimiento. Tener
pretextos para buscarte en un intento,
soñarte sin miedo, verte sin tiempo.
No te quiero mío, ni me quiero tuya, nos quiero nuestros. No te necesito, ni quiero que me necesites, pero hagámonos falta.