Tan asombrada por su mirada. Su forma de reír. Sus malas costumbres, que no son pocas. Sus manías. Sus enfados, por cabezota. La manera que tiene de mirarme. Es como si le saliera chiribitas, como un niño pequeño saltándole la ye. Sé cuando tiene ganas de mi con tan solo mirarle, o cuando quiere que me aparte porque le agobio. Cuando frunce el ceño. O bien cuando se ríe de mi. Por lo pava que puedo llegar a ser a veces. Me sorprende lo soba que pueda ser a veces. Cuando me sorprende por atrás y me abraza, con esos brazos grandes y fuertes. Me da un beso en la mejilla y me susurra al oído:
TE QUIERO CANIJA.
Con ese acento andaluz. Se me eriza la piel y un escalofrío recorre mi cuerpo. Todavía me pregunto, ¿como después de estos 2 años me pase exactamente lo mismo que el primer día? Que vivamos cada día con esa pasión, con tanta intensidad, que me haga temblar las piernas. Porque cada roce tuyo es como estar en las nubes, rozar el cielo con mi yema de mi dedo. Un beso tuyo es estar en el mismo infierno, pactando con el mismo satanás. Como de locura se tratase.
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