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Me muero de ganas de decirte...que te quiero. Y que no quiero que venga el destino a vengarse de mi, y que prefiero la guerra contigo al invierno sin ti.

martes, 12 de junio de 2012

Por pedir, pídeme mil noches a tu lado.(1)


Paula empezó a recordar cómo era feliz hace unos años. Ella estaba en Londres cumpliendo su sueño. Todo empezó un día de noviembre cuando un chico se fijó en ella. Paula sabía quién era, pero nunca se había parado a pensar que ese chico fuera algo especial en su vida. Nunca habría imaginado que pudiera estar a su lado. Algo tan especial que nunca se le podría olvidar. Dulce, su mejor amiga, le dijo que era muy tímido y le tenía miedo al rechazo, a enamorarse otra vez y que le hiciera daño como la última vez se lo hicieron. Decidió hablarle ella. Empezaron a hablar. Pasaron los días y  ya era costumbre hablar con él. Pero Paula estaba tan cegada por otro chico que no se daba cuenta de lo que podía perder, que le pudiera llegar a gustar tanto. Ella se dio cuenta de que el otro chico no valía la pena, que ya no sentía nada por él. Había tenido tantas oportunidades y todas desaprovechadas, todas tiradas por la borda. Así que decidió olvidarse del otro chico e intentar tener algo con el otro, Manuel. Día tras día la iba conquistando con sus pequeños detalles, sus tonterías, sus mensajes. Le enviaba mensajes muy bonitos. De esos que cuando los lees te sube un cosquilleo de la barriga, eso llamado mariposas y lo único que haces es sonreír y piensas: “Esto es demasiado bonito para ser verdad. Es un sueño”. Su primer mensaje fue el que más le gustó, fue precioso. Ella no esperaba ningún mensaje de él.  Nadie podía quitarle esa sonrisa en la cara, nadie. Y algo en ella nació, lentamente se sintió la persona más feliz del mundo por el simple hecho de tenerlo a él. Se sintió única.                
-Porque quizás un abrazo o un beso en el momento más oportuno se convierte en el desencadenante del resto de tu vida, porque quizás esa milésima de segundo que notas que esa otra persona es para ti, te invade esa sensación que es una mezcla entre alegría y pánico, porque quizás una sonrisa en un momento sea capaz de hacerte enloquecer o una mirada transmita tanto que es absolutamente incapaz de ser borrada, porque quizás un paseo a lo largo de la calle más "cutre" de toda la ciudad, mientras el cielo está nublado, se puede convertir en un viaje al País de Nunca Jamás, porque quizás la alegría sea el bien más preciado de este mundo sea aquello que nos motiva a seguir viviendo aquello que consigue sacarte una sonrisa en un mar de lágrimas, pero desde luego lo que nunca me había parado a pensar es que algún día quiero que seas tú la culpable de esa alegría tan tonta.                                                         

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